20 octubre 2005

Flemas y otros fluidos.

No hay nada, nada, nada en el mundo que me dé tanto asco como un vómito. Todo lo que tiene que ver con vomitar me pone los pelos como escarpias: las nauseas, las arcadas, la bilis... todo me recuerda inevitablemente al vómito y me pongo de color verde. Puedo hablar de un montón de temas escatológicos, incluso mientras estoy comiendo, tales como la coprofagia, la lluvia dorada, los dilatadores anales, la sangre coagulada... no me afectan. Pero el vómito, ay, el vómito. Incluso el mío me da asco. Y todo desde que vi un vídeo de esos que circulan por internet de una oriental haciendo una especie de rito antinatural que consistía en devolver en una ensaladera y otras cosas que no os cuento porque os aprecio.

Pero, al menos, el que vomita es porque lo necesita. Puede que le haya sentado mal la cena. Quizás juró que podría beber seis chupitos de tequila del tirón sin doblar. Incluso es posible que tenga un trastorno alimentario. Pero el que vomita lo hace por algún motivo.

Lo que no tiene excusa alguna es la segunda cosa que más asco me da: los escupitajos. Porque, a ver, ese chico de veinte años, recién sacado de la adolescencia, con todos los órganos de su cuerpo en perfecto estado de salud, por qué demonios necesita escupir. Por qué nos regala ese escupitajillo compacto y blancuzco que impulsa con la lengua y vuela en parábola hasta aterrizar en la calle (que es de todos). Pero si ya fuma y probablemente se droga, ¿también necesita escupir para ser un chulito?. Hay estudios que han demostrado que pasar horas, días e incluso semanas sin escupir no es perjudicial para la salud. No hay ningún motivo para desechar la saliva que tenemos en la boca, se renueva ella sola.

Pero si hay algo peor que el flipado de 20 años que escupe porque sí, es el viejo flemoso que escupe porque sí. Ese viejo que cuando va a escupir te avisa con medio minuto de insufribles carraspeos que revuelven sus flemas guturales para que salgan mejor. Vas caminando tranquilamente por la calle y de repente oyes el rugir de la garganta de un viejo que va detrás, se te erizan los pelos de la espalda y piensas "que no escupa eso, que no escupa eso..."¿Pero por qué es ese viejo la persona con más flemas de la tierra? ¿Pero qué se toma ese hombre todas las mañanas, una taza de ácaros?¿Es que se bebe un litro de Flumil cada cinco minutos para estar más suelto? ¿Acaso es normal espectorar así?¿Cómo te entrenas, viejo flemoso, cómo coño lo haces?

El viejo flemoso suelta un escupitajo que es como un lago de babas y moco. Uno puede saber el estado de salud del viejo flemoso sólo viendo ese lapo. Hay calles de la ciudad en las que vas esquivando esputos, buscando el centímetro cuadrado de acera que aún está limpio. No lo entiendo, no me cabe en la cabeza que sólo ese tipo de personas necesiten escupir con tanta frecuencia y en esas cantidades.

Me parece totalmente incívica esta actitud. Es una falta de respeto a lo demás, por el asco que les da y por lo sucio que resulta tener las calles adornadas con sus regalitos. Con lo mal que le parece a la gente que no se recojan las cacas de perros. ¡Los escupitajos son muchos más nauseabundos!

Sólo quiero desearle, por último, a cada uno de los viejos flemosos del país, que cuando vuelvan a su casa se resbalen en plena calle y se caigan de bruces con la cara pegada al inmenso y asqueroso lago de mocos que soltaron dos horas atrás.

1 Comments:

At 27/8/07 04:02, Anonymous Anónimo said...

Muy bueno!!! Pero es que...es tal cual como tu lo dices, me rei mucho.

 

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